Contacto
-
Profesionales
- Directorio Espacios
- Promociona tu Retiro
- Promociona tu Espacio
- Alta organizador
Creo que en general, hay mucha idealización con respecto a lo que significa ser monja budista. Al menos, yo la tenía cuando empecé a meditar, hace ya más de 15 años. Estaba de viaje por Asia y quería descubrir los secretos del universo. Miraba a todos esos monjes vestidos de naranja y con la cabeza rapada y mi mente comenzaba a crear historias sobre poderes sobrenaturales y sabiduría secreta.
Hoy en día he conocido personas absolutamente increíbles que no tienen nada que ver con ninguna tradición espiritual o con todas a la vez; y también he conocido monjes y maestros con una conducta moral muy alejada del ideal de pureza que nos despiertan los hábitos. O tal vez la memoria de alguna religión opresora nos haga relacionar dichas vestiduras y estatus con castigos, abusos o falsa devoción.
En mi caso particular, ser monja es algo que ha ido sucediendo de manera natural a lo largo de los últimos años de mi vida. Siempre tuve vocación de buscadora y busqué por todos sitios hasta que encontré dentro. Y cuando encontré, lo que sentí fue tan desconcertante que no sabía muy bien qué hacer con ello. Entonces aparecieron mis Maestros, y un paso te lleva a otro y de pronto un día estás en tu ceremonia, pronunciando tus votos. Pronunciando en voz alta y ante testigos, que quieres dedicar tu vida a ser útil en el camino del despertar. Tanto a ti misma como a los demás.
¿Y eso cómo se hace?
Pues el Zen te lleva a que indagues por ti mismo y encuentres tu única manera y forma de hacerlo. Cuanto más encuentras dentro, más alegría, compasión, bondad y espontaneidad surge. Pero nunca se llega a ningún sitio, siempre se puede expandir más allá…. La práctica y los votos son los que te guían, junto con el acompañamiento del Maestro, esa presencia que solo te anima a que creas en ti misma.
Mi rutina diaria es levantarme a las 6:00, meditar con un pequeño grupo por Internet hasta las 7:15. Realizar mi práctica corporal, desayunar y a las 10:00 suelo estar en el trabajo, donde acompaño personas en momentos de dificultad desde el budismo y la psicoterapia corporal
.
Pago impuestos, a veces se me complica llegar a fin de mes, tengo a mis padres enfermos, no me gusta cocinar todos los días y me encanta ver llover desde mi ático. Adoro la naturaleza y dormir al aire libre. No vinieron hijos, ni ninguna pareja se quedó hasta ahora, pero he tenido varias relaciones, campo en el que sigo aprendiendo. A veces me enfado porque algo me duele, otras lloro porque me siento vulnerable, y otras gozo de una alegría a causa que me embriaga… Nada permanece. A las 22.30 suelo estar en la cama, aunque a veces salgo a cenar con las amigas, o me voy de concierto. Durante muchos años me fumaba algún cigarro “social” con los amigos, llevo 5 meses que ya no me apetece. De vez en cuando me bebo una copita de vino con el marisco o una cerveza con la tortilla. Soy casi vegetariana y básicamente, una persona normal.
Asisto a retiros y los facilito con mucha frecuencia y mi mayor delicia es ver cómo yo misma y como otros seres humanos que acompaño, vamos encontrando cada vez un poquito más de amor dentro de nosotros, un poquito más de aceptación, de ecuanimidad, de respeto, de paz, libertad y coraje. Soy una enamorada de la raza humana y cuando recuerdo poner mi atención en eso, siento dentro de mí una presencia amorosa, compasiva y sabía que me acoge y me hace crecer. Y mi sueño es que cada vez más gente pueda sentir lo mismo. Y para eso me visto con las enseñanzas de Buda, que tanto me han ayudado, me pongo el Rakusu de monja, y me entrego al Misterio, me hago disponible y dejo que se haga.
"Que todos los seres sean felices,
Que todos los seres estén a salvo,
Que todos los seres estén saludables,
Que todos los seres estén a gusto,
Y por el bienestar de todos los seres,
Que nosotros alcancemos la realización"