Control de nuestros sentimientos:
Parece que el ciudadano de nuestra sociedad, necesita una referencia donde poner el punto de mira de sus objetivos. Nos educan desde críos enseñándonos lo que es bueno o malo, mejor o peor, a ojos de los demás. Siempre comparando con otras personas o lo que hacen estas; «mira que bien se porta Pepito y tú fatal», o por ejemplo; «se bueno y obedece a la maestra cómo los demás, si no te reñirá», o simplemente «ves, se come todo y es más alto y fuerte que tú». Y comenzamos así a compararnos para medir y medirnos, en todos los sentidos, perdiendo la capacidad de juicio, de valorar nuestras propias capacidades, actitudes y decisiones. Anulamos en gran parte el instinto y la intuición, el escuchar nuestra voz interior, nuestro corazón. Comparar provoca dolor y hace que nuestro bienestar dependa de los demás o de posesiones. Y aquí aparece de nuevo ese policía/juez que nos controla y juzga, la culpa, la falta de perdón (a nosotros mismos y a los demás).
También en este proceso de educación/formación en sociedades occidentales, los conocimientos y la producción se convierten en lo más importante, el objetivo de nuestras vidas (alcanzar el éxito laboral, ser una persona famosa, rica, etc). ¿Y dónde queda espacio para educar y formar las actitudes y la gestión de los sentimientos? ¿Nos enseñan a amarnos a nosotros mismos, a perdonarnos, respetarnos, aceptarnos, etc.? ¿Por qué en estas sociedades (las desarrolladas), casi un 25% de la población sufre de estrés/depresión?, ¿Por qué un 75% no sabe con que objetivo se levanta cada mañana?
Tenemos la capacidad de gestionar como nos afecta lo externo. A través de nuestros pensamientos, sumados a nuestras emociones, creamos nuestros sentimientos. Somos dueños de nuestra actitud, decidiendo como reaccionar ante cada situación que nos ocurre, con las personas y seres vivos que nos rodean. Sucederán cosas y aparecerán personas que nos agraden y otras que nos gusten menos, pero en cada uno de nosotros está la capacidad de sacar algo positivo y constructivo de cada uno de esos sucesos y personas. Y sobre todo, de decidir como queremos que nos afecte (como nos queremos sentir) ya que es algo que nos corresponde a nosotros mismos y a nadie más. De la misma manera que tampoco podemos crear emociones en los demás (culpa, felicidad, tristeza, rencor, miedo, etc.)
En la vida son muy importantes las actitudes y la experiencia; amar, perdonar, respetar, compartir, dar, recibir, ser sincero, capaz y resolutivo, la honradez… Todo son actitudes y se aprenden principalmente a raíz de experiencias. Y, ¿Cuánto de esto nos enseñan? Parece que muy poco en los sistemas educativos creados por quienes controlan la sociedad de consumo, interesados en un rebaño homogéneo que no se salga de las lindes que ellos marcan. Cuanto más idiotas, con menos experiencia en el campo emocional, en la gestión de estas actitudes, más fácil manejarnos por quienes manejan las economías mundiales y la globalización para el control del planeta y sus habitantes (Club Bilderberg).