Muchas
veces oímos hablar del silencio y la meditación sin tener en cuenta la
poderosa herramienta que son. Si nos unimos al fluir natural de la
existencia, conectaremos con la necesidad de salir a la vida y afrontar
sus retos como humanos para crecer, al mismo tiempo que se despierta un
anhelo de entrar dentro de nosotros mismos para simplemente “estar con
nosotros”.
Hoy en día, el ritmo frenético que se ha adueñado de
nuestro devenir, dificulta la posibilidad de encontrar esos momentos de
introspección donde el “hacer” es sustituido por el “Ser”. Incluso
cuando vamos de vacaciones nos lanzamos de una actividad tras otra,
avivados por una mente deseosa de vivir en el pasado o en el futuro, lo
que dificulta en exceso la posibilidad de sentir lo que ya somos en el presente.
Los retiros de silencio y meditación
son un oasis en el desierto. Un lugar en el que no hay que jugar a ser
nadie. Donde las defensas del personaje pueden rendirse, la respiración
serenarse, la mente aclararse y el cuerpo reorganizarse.
No son
un milagro. Aunque mucha gente accede a ellos esperando que sean la
panacea que resuelva todos sus problemas al observar el presente, los
que tienen como hábito retirarse saben que el camino interior no tiene
meta y que la espiral de la vida no cesa. Pero cuando se ha intuido,
rozado, vislumbrado, acariciado lo inefable, lo infinito, lo
omnipresente…
Cuando se ha sentido, aunque haya sido únicamente
durante una milésima de segundo, la certeza de que hay algo más allá, se
abre una grieta en la oscuridad que es sólo cuestión de tiempo que se
vaya agrandando si dejamos que las cosas sigan su curso natural.
Mantenerla cerrada nos costará un esfuerzo tal que acabará con nuestra
energía.
La luz que entra por ese resquicio va alumbrando aspectos de nuestro “yo” ocultos entre las sombras. Es como dar la luz en
una bodega que no has visitado en años. Encontrarás suciedad, polvo,
ratas… pero también vinos añejos de calidad suprema que deleitarán tu
paladar, y tesoros que tus ancestros guardaron para ti. Esta es una de
las magias del silencio y la meditación.
Luces y sombras de quien realmente eres y de quien crees que eres. Fantasmas y ángeles de la guarda.
El
viaje heroico de todo individuo en el que ha de conocerse a sí mismo en
profundidad, sin ilusión ni engaños, sin rechazar ni apegarse a nada.
Pero para poder realizar el viaje más importante de tu vida, has de estar disponible, atento y presente.
Además
de proporcionar el escenario idóneo para que pueda darse la conexión
entre quien tú crees que eres y lo que realmente eres, los retiros son
una llamada a la que acude un grupo. Aunque el viaje es en solitario, la
energía que se produce al reunirse varias personas con el mismo
propósito a través del silencio y la meditación.
La magia que se desprende
de cada encuentro silencioso, la oportunidad de conocernos desde otro
lugar distinto a la charla habitual, desde un lugar más profundo en el
que habita la intuición, la sutileza y la apertura.
Los retiros son, han sido y serán, la opción de quien no se quiere perder en lo superfluo y apuesta por lo que siempre está.