La eternidad que cada instante contiene

Un retiro, más allá de la forma que adapte y de las distintas actividades que desarrolles, tiene por objetivo que despiertes a través de él y de tu escucha interna a la eternidad que subyace tras cada instante, estés donde estés, ocurra lo que ocurra, hagas lo que hagas.

En el retiro se crean las condiciones necesarias para que, por unos días, te plantes a mirar dentro de ti, a escuchar la melodía eterna, a sentir la paz que brota de nuestro interior, lo interesante aquí, es que te lleves esta experiencia de conexión, no como algo que solo sucede en los retiros, sino que lo puedes ir viviendo paulatinamente en tu vida.

Podemos aprender a ser más autocompasivos con nosotros y con los demás, aprender a apreciar la naturaleza que nos envuelve ya sea un árbol en la calle, o unas flores en la terraza de un restaurante, podemos aprender a sentir nuestras emociones sin preocuparnos de si son buenas o malas, intensas o suaves, simplemente abrirnos a ellas tal y como son.

Esto es lo que en un retiro podemos aprender, que la eternidad que vive en cada instante no lucha contra la vida, no lucha contra tus emociones, al contrario, todo lo abraza. En los retiros, nos abrazamos, no solamente físicamente, nos abrazamos emocionalmente, erróneamente, felizmente, patosamente, le prestamos atención a la comida, a la naturaleza, al cuerpo y a algo tan simple como cercano como nuestra respiración, tan olvidada y a su vez tan básica para nuestra supervivencia y evidencia de nuestra interdependencia con los arboles del mundo.

Un retiro puede ser visto como un espacio de descanso, pero a su vez, como un campo de prácticas para generar oportunidades de felicidad y conciencia en tu vida. Tu vida está compuesta por solo un instante, este, y este instante contiene la eternidad que todo lo abraza, que todo lo vive, y que todo lo es, solo tenemos que descubrirlo y aprender a vivir en la incertidumbre de la eternidad del instante presente.