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¿Cómo escribir un artículo sobre la experiencia del retiro sin crear una expectativa nada necesaria para permitir que fluya la experiencia por sí misma? Sólo puedo hablar desde mi propia percepción y hacerme eco del resentir de las mujeres que han pasado por aquí.
Lo bonito de la experiencia es que te vive ella a tí, hasta el punto que cada una le permita, puedes quedarte en la orilla del río o sumergirte plenamente en él, en función de lo que cada una siente y necesita en el momento, ahí reside la belleza de la libertad de elección. La comida ligera, el Tai Chi, Danza oriental, Conciencia corporal, meditación vibracional con cuencos, la experiencia corporal, el detenerse y respirar… recuperan ese ejercitar la atención (ausencia de tensión) para anclar la presencia en el momento. Se favorece así que el cuerpo pueda volver asumir su rol de ‘cable a tierra’, pasando de la mente al cuerpo, de pensar a sentir, ya que será sólo desde la terrenalidad bien afianzada que podemos izar nuestras alas. Es la experiencia de ser lo que se es.
La experiencia del retiro permite generar las semillas para que el estado latente de la alegría que somos pueda florecer posteriormente también en lo cotidiano, donde a veces nos resulta más difícil poder expresarla de forma natural por los propios condicionamientos y limitaciones mentales autoimpuestas.
Dicen que el hermoso entorno es seguro, protegido y cálido, donde te sientes confiada y relajada, y favorece el ánimo y la predisposición a la alegría. Las mujeres comparten que se van para casa con paz y contento, con muchos ‘tips’ para aplicar a su cotidianidad con
‘recuerdos encantados’ a los que podremos acudir en ulteriores momentos para reflotar nuestro espíritu.
Una experiencia para darte un respiro, sobretodo de tí misma, para continuar con el camino de regreso, con el camino del retorno a tu propia naturaleza.