Utilizar internet, sus diversas plataformas de comunicación y la variedad de dispositivos para conectarse, con el fin de crear encuentros virtuales y fomentar el desarrollo personal, es algo que ha sorprendido para bien a muchas personas.
Por raro que parezca, participar en un retiro de Meditación desde la distancia, con las personas conectadas a un ordenador, funciona y de forma sorprendente.
Entendemos que debe tratarse de esa característica particular del cerebro que no distingue entre realidad y ficción, como al ver una película y acabar llorando o con miedo en el cuerpo, como al soñar y despertar con una sensación placentera o desagradable, como al fantasear con una imagen, un recuerdo, una situación, y experimentar sensaciones y emociones.
Seguramente se pone en marcha el mismo mecanismo porque resulta curioso constatar cómo las personas se involucran, se movilizan internamente, hacen su proceso... para nada se convierte en algo pasivo, neutral, indiferente.
Personalmente he estado en ambos roles en diversos encuentros virtuales, en el lado de formadora y en el lado de participante. Los dos lados fluyen como si estuviéramos todos juntos de forma presencial.
Algunas personas dudan si ses le hará pesado estar un determinado número de horas frente a una pantalla. De nuevo, nada queda de ese temor puesto que las sesiones suelen ser variadas, con distintos tipos de ejercicios que facilitan no permanecer con la mirada fija en la pantalla, lo que al final hace que esta sea solo un medio para seguir la actividad y poder vernos, sumándole la opción de escucharnos y compartir, todo ello nos permite sentirnos!
Además, las diversas plataformas para reunirse online son de muy fácil uso, así que pocas pegas y contratiempos encuentro como para comentar en contra de su uso.
Si en un principio me sentí recelosa hacia este tipo de práctica, actualmente, tras mi propia experiencia, considero realmente interesante aprovechar la posibilidad que ofrece la tecnología para seguir desarrollando nuestro interior y seguir creciendo.