Las prisas, la lista interminable de cosas por hacer, la casa, el trabajo... ¿Y yo? ¿Cuándo me dedico a mí mism@?
En el día a día, con las prisas y la lista interminable de cosas por hacer, nos movemos por piloto automático, es decir, actuamos por inercia (como cuando conduces o recorres el camino cada día a tu trabajo), y también reaccionamos por hábito
En tus momentos bajos siempre acabas mirando vídeos de gatos, poniéndote música triste o comiéndote unas patatas fritas, y te siguen molestando las mismas cosas desde hace años: te enfadas cuando tu compañer@ de piso no se acuerda de poner el lavaplatos, montas en cólera cuando alguien en el metro te da un empujón, y las pequeñas injusticias que ves por la calle te ponen muy triste y te hacen sentir fatal. Y te dices: tengo que cambiar, así no voy bien... Pero no sabes muy bien cómo hacerlo.
Pues bien, esta es la importancia de mirar hacia adentro: es el primer paso para cualquier cambio. La conciencia de la que todo el mundo habla hoy en día trata sobre esto: observarte y ver cómo reaccionas, cuándo lo haces, qué grado de intensidad tiene, si sigue un patrón... Se trata de convertirte en un@ científic@ de tu propia vida: observas, separas, realizas tinciones para ver los contrastes, tomas notas, realizas experimentos, pruebas, ensayos, estadísticas y finalmente escribes un informe. ¿Cómo si no iba un@ científic@ a descubrir la cura de una enfermedad, el mecanismo ideal que la empresa necesita o la mejor manera de conducir el agua por un determinado circuito?
Así también nuestra vida y nuestros patrones de funcionamiento pueden ser como un laboratorio de estudio: solo conociéndonos bien podremos saber cómo superar, cambiar y en definitiva mejorar nuestros obstáculos vitales y personales. ¿Te animas a ponerte la bata blanca y a coger papel y boli?
Para ello es ideal un retiro: es un regalo del que te beneficias tú y todo tu entorno. Hazlo por ti. Sé científic@ de tu propia vida: por amor propio, por nutrirte, por darte espacio para estar sol@, por darte el tiempo de observarte y sentirte, escucharte, saborearte y reconectar contigo. Nadie más puede darte lo que tú sabes que necesitas.