La infelicidad no tiene justificación

Así pues, si justifico mi infelicidad, la sigo haciendo real y no me permito experimentar la felicidad existente. En cambio, si me pongo en coherencia con lo que es, atiendo las emociones que estoy sintiendo y paralelamente me abro a contemplar la felicidad existente, entonces me empodero y permito que el momento presente sea tal y como es.

Así pues, resulta útil recordar que sea donde sea, haga lo que haga y pase lo que pase, siempre estoy acompañada de la presencia del Ser con todos sus atributos. Ábrete a esta maravillosa posibilidad y déjate transformar por ella amorosamente y en el momento oportuno, sin intervenir. Recuerda que ninguna situación externa perturba la felicidad que somos ni sus atributos. Asimismo, ten presente que la felicidad es de todos. Por lo tanto, tu plenitud es mi plenitud. La disfrutas si te la permites.

Tu eres la felicidad misma, y ​​tu función es extender felicidad en el mundo. Por lo tanto, la felicidad que tanto anhelamos, que tanto buscamos partes, puede no tener causas externas, sino que, en realidad, proviene de nuestro Ser. No necesitamos ninguna condición externa para ser felices.

De hecho, podemos ser felices en las condiciones más extremas, ya sea en prisión, ante un asesinato, de una enfermedad grave o experimentando un dolor o una pérdida aparentemente insufribles. Cuando no nos descubrimos felices en estos casos es porque hemos decidido previamente que estas situaciones no son dignas de ser vividas con plenitud y rechazamos vivirlas y aceptarlas plenamente, perdiendo así la oportunidad de amarlas y de descubrir la felicidad que se esconde detrás.

La felicidad es una decisión, un estado mental interno, que está en nosotros de forma permanente. Lo que pasa es que no siempre lo experimentamos ya que no siempre decidimos estar alienados con nuestro ser. Así pues, cuando no te sientas feliz, recuerda que siempre puedes decidir de nuevo. ¿Dónde pongo la atención? ¿En el mundo egoico o al Ser amorosamente infinito que soy?