Creo que en general, hay mucha idealización con respecto a lo que significa ser monja budista. Al menos, yo la tenía cuando empecé a meditar, hace ya más de 15 años.
Estaba de viaje por Asia y quería descubrir los secretos del universo.
Miraba a todos esos monjes vestidos de naranja y con la cabeza rapada y mi mente comenzaba a crear historias sobre poderes sobrenaturales y sabiduría secreta.
Hoy en día he conocido personas absolutamente increíbles que
no tienen nada que ver con ninguna tradición espiritual o con todas a la vez; y
también he conocido monjes y maestros con una conducta moral muy alejada del
ideal de pureza que nos despiertan los hábitos. O tal vez la memoria de alguna
religión opresora nos haga relacionar dichas vestiduras y estatus con castigos,
abusos o falsa devoción.
¿Cómo me convertí en monja zen?
En mi caso particular, ser monja es algo que ha ido
sucediendo de manera natural a lo largo de los últimos años de mi vida. Siempre
tuve vocación de buscadora y busqué por todos sitios hasta que encontré dentro.
Y cuando encontré, lo que sentí fue tan desconcertante que no sabía muy bien
qué hacer con ello. Entonces aparecieron mis Maestros, y un paso te lleva a
otro y de pronto un día estás en tu ceremonia, pronunciando tus votos. Pronunciando
en voz alta y ante testigos, que quieres dedicar tu vida a ser útil en el
camino del despertar. Tanto a ti misma como a los demás.
Pues el Zen te lleva a que indagues por ti mismo y
encuentres tu única manera y forma de hacerlo. Cuanto más encuentras dentro,
más alegría, compasión, bondad y espontaneidad surge. Pero nunca se llega a
ningún sitio, siempre se puede expandir más allá?. La práctica y los votos son
los que te guían, junto con el acompañamiento del Maestro, esa presencia que
solo te anima a que creas en ti misma.
Mi vida como monja zen
Mi rutina diaria es levantarme a las 6:00, meditar con un
pequeño grupo por Internet hasta las 7:15. Realizar mi práctica corporal,
desayunar y a las 10:00 suelo estar en el trabajo, donde acompaño personas en
momentos de dificultad desde el budismo y la psicoterapia corporal.
Pago impuestos, a veces se me complica llegar a fin de mes,
tengo a mis padres enfermos, no me gusta cocinar todos los días y me encanta
ver llover desde mi ático. Adoro la naturaleza y dormir al aire libre. No
vinieron hijos, ni ninguna pareja se quedó hasta ahora, pero he tenido varias
relaciones, campo en el que sigo aprendiendo. A veces me enfado porque algo me
duele, otras lloro porque me siento vulnerable, y otras gozo de una alegría a
causa que me embriaga? Nada permanece. A
las 22.30 suelo estar en la cama, aunque a veces salgo a cenar con las amigas,
o me voy de concierto. Durante muchos años me fumaba algún cigarro ?social? con
los amigos, llevo 5 meses que ya no me apetece. De vez en cuando me bebo una
copita de vino con el marisco o una cerveza con la tortilla. Soy casi
vegetariana y básicamente, una persona normal.
Asisto a retiros espirituales y los facilito con mucha frecuencia y mi
mayor delicia es ver cómo yo misma y como otros seres humanos que acompaño,
vamos encontrando cada vez un poquito más de amor dentro de nosotros, un
poquito más de aceptación, de ecuanimidad, de respeto, de paz, libertad y
coraje. Soy una enamorada de la raza humana y cuando recuerdo poner mi atención
en eso, siento dentro de mí una presencia amorosa, compasiva y sabía que me
acoge y me hace crecer. Y mi sueño es que cada vez más gente pueda sentir lo
mismo. Y para eso me visto con las enseñanzas de Buda, que tanto me han
ayudado, me pongo el Rakusu de monja, y me entrego al Misterio, me hago
disponible y dejo que se haga.
"Que todos los seres sean felices,
Que todos los seres estén a salvo,
Que todos los seres estén saludables,
Que todos los seres estén a gusto,
Y por el bienestar de todos los seres,
Que nosotros alcancemos la realización"